Liga Argentina (TNA)NovedadesSelecciones

El combo perfecto: Estudiar y jugar al básquet

Cuando James Naismith creó el básquetbol en aquel lejano 1891, lo hizo pensando en sus alumnos de la Asociación Cristiana de Jóvenes. Nació como un juego escolar y aunque después se expandió por todo el planeta, en Estados Unidos sigue estando bien cerca de las aulas. Es que los yanquis tienen la gran fábrica de basquetbolistas del mundo, pero no cuentan con clubes ni divisiones menores. Su gran cantera está en otro lado: en la Universidad. 

En paralelo a los estudios es que se forman las futuras estrellas de la NBA y también los estadounidenses que invaden las ligas de todo el mundo. Estudian y juegan, en un combo que hizo que el básquet tenga las características del deporte táctico que es. Salvando todas las distancias, estudiar y jugar es también el combo que distingue al básquet de la Asociación Platense. Como en ninguna otra ciudad de la provincia de Buenos Aires, los planteles superiores de nuestro básquet están repletos de estudiantes universitarios.

Cuentan que en 1960 llegó a La Plata un pivote proveniente de Mercedes que venía a estudiar la carrera de Derecho. Saltaba, reboteaba, defendía, jugaba de espaldas y anotaba seguido con el gancho. Parece la descripción de un fenómeno y efectivamente lo era: se llamaba Héctor Ismael Barreneche, le decían “Teté” y venía de jugar un Mundial con la Selección Argentina. En ese año jugó en Atenas con su hermano Ezequiel y le dieron el primer título de la historia al club de calle 13. En 1961 pasó a Gimnasia y se quedó hasta 1970, cuando se retiró. En 10 años, fue nueve veces campeón de Primera con el “Lobo” y hasta se dio el lujo de estar en un segundo Mundial (el de 1967) siendo jugador de la Asociación Platense.

Barreneche es un ejemplo notable, pero apenas un ejemplo. Hay muchos otros, como el “Gallego” Carlos González, que vino desde Chivilcoy a estudiar ingeniería y brilló en Gimnasia, que lo catapultó a la Selección Nacional y a la liga brasileña. Como Adolfo Rubén Perazzo, que nunca había jugado oficialmente en su Mercedes natal al básquet hasta que el “Vasco” Alzogaray (preparador físico del “Lobo”) encontró sus dos metros haciendo atletismo detrás del Colegio Nacional. “¿Por qué no dejás esa bala ridícula y venís a jugar al básquet?”, cuenta el “Gurí” que le dijo. Le hizo caso, se sumó al equipo albiazul que jugaba en la APB y en 1971 llegó a la Selección Nacional, de la que se retiró como capitán en 1985.

Desde siempre, los estudiantes del interior fueron una cantera invisible del básquet de La Plata. Invisible a veces para los propios clubes, que pocas veces han trabajado en la búsqueda de esos chicos que llegan todos los años a probarse, porque tienen algún amigo de su pueblo o simplemente porque les queda cerca del departamento o la casa donde viven.

Juan Justo Epifanio, que desde la base fue uno de los baluartes de la época de oro de Unión Vecinal, cuenta que llegó al club por absoluta casualidad. Nadie lo llamó, nadie lo fue a buscar. Simplemente un día entró a probarse y deslumbró a todos. Algo parecido ocurrió con el santiagueño José Montero, gran figura como juvenil de Atenas en el torneo de Primera hace varios años, actualmente jugando en la Liga Argentina. Podría haber ido a cualquier club, fue al Rojo y en calle 13 disfrutaron a pleno de sus virtudes hasta que volvió a su Santiago del Estero natal para jugar en Quimsa.

Un tal Emiliano Agostino llegó una vez desde Carmen de Patagones con la idea de estudiar y no tanto de jugar al básquet, pese a la tremenda puntería de su muñeca derecha. Pero al tiempo de empezara jugar el torneo de Segunda en Asociación Mayo, cambiaron sus prioridades inmediatas. “Ascendimos, me convocaron a la Selección de La Plata y descubrí algo nuevo”, confesó después el tirador maragato, ya convertido
en un jugador de Liga Nacional, hoy en día de vuelta en Atenas de Carmen de Patagones.

Cualquiera de estos casos podría merecer una política agresiva de búsqueda de talentos por parte de muchos clubes, pero lo cierto es que eso no ocurrió. Si hasta llamó la atención cuando a fines de los 90 la propia UNLP comenzó a pegar carteles en las facultades convocando a su ya tradicional prueba de jugadores, cuando comenzó a conformar equipos propios para competir en la APB.

Es cierto, en un básquet amateur como el que se juega en La Plata esos jugadores no tienen el deporte como una prioridad absoluta. Pero eso no quiere decir que no haya quienes puedan dar el salto hacia niveles superiores. Sino hay que ver el caso de Gastón Morales, que llegó a estudiar Educación Física mientras jugaba en Estudiantes y en Sud América. Cuando volvió a Río Gallegos con el diploma pensaba como ex jugador, pero lo convencieron para seguir y ascendió a la Liga Nacional como base titular y capitán de Hispano Americano.

Por supuesto, no se trata de una casualidad. Es un fenómeno que viene de muy lejos y que hace a las características de una ciudad que todos los años recibe a cientos de estudiantes de diferentes puntos del país y del exterior. La cultura platense tiene que ver con esta mixtura, y el básquet no escapa a esa lógica.

Los que vienen de afuera muchas veces traen talento, formación en buenas escuelas y hasta físicos que aquí escasean (cada vez más, los altos en La Plata se van a jugar al rugby). Cuesta encontrar pivotes netos y casi todos los que juegan en Primera división son nacidos en otras ciudades.

A ellos el básquet platense les da un lugar, les permite desarrollarse y les brinda un plus. ¿O acaso no es un plus el estudio para un deportista? Hace tiempo, un viejo sabio como Augusto Pastore recordaba un equipo que dirigió donde los jugadores “eran inteligentísimos, todos habían estudiado”. Repasando los grandes equipos del básquet de La Plata, de casi todos se podría decir lo mismo. Porque aquí los basquetbolistas estudian y juegan, ese combo que inventaron los estadounidenses y que tan bien le calza al básquet de la ciudad de las diagonales… y de la Universidad.

 

 

Fuente: Diagonal al Aro

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *