Nicolas Lauría: cuando el ADN tiene forma de pelota naranja
Nicolás Lauría, 2.02 de estatura, nacido en Mar del Plata hace 28 años, será distinguido como “mejor basquetbolista en el TNA (Torneo Nacional de Ascenso).
El “Negrito” Lauría, como se lo recuerda, juega en Barrio Parque de Córdoba.
Convocado para el Sub-17, 2005, “Nico” estuvo ternado para los tradicionales Premios “Lobo de Mar” que distinguen a deportistas y gente de la cultura destacada de la ciudad de Mar del Plata.
Formado en Peñarol, Lauría es considerado un “basquetbolista de película” por su historia de vida.
Hijo del recordado Zachary Cooper, un notable jugador que llegó al balneario en los´80 procedente de la NBA -uno de los primeros- e instaló en la memoria de Peñarol un ciclo exitoso. Pero también una “descendencia” en el arte del baloncesto.
Peñarol quería ascender en el´86 y sus directivos fueron por dos lungos norteamericanos. Llegaron dos de jerarquía, uno de ellos formado en Universidad de Nueva Jersey, que superaban los dos metros de altura y fueron clave en el ascenso del campeón marplatense convertido luego sensación en el orden nacional
No todo fue básquetbol para el eximio Zachary Cooper. Estando en Mar del Plata enamoró a una muchacha, Cristina Lauría de 20 años. Fruto de esa relación nació Nicolás el 9/02/88. Tristemente su papá no lo reconoció porque había vuelto a EE.UU
El niño, negrito como su padre, creció con los cuidados de su madre y una pelota de básquetbol que ya era parte de su cuerpo. Ella, finalmente, le puso su apellido Lauría, lo que hace 28 años era una decisión “no fácil” como contó reiteradas veces.
Ocurrió que Cooper no volvió por Mar del Plata y su carrera deportiva interrumpida por lesiones en las dos rodillas entró en una etapa descendente.
Nicolás seleccionado para el Sub-17 hace nueve años, tuvo una recordada actuación ante Belgrano de San Nicolás cuando apenas jugaba sus primeros partidos. Obtuvo 7 puntos en los minutos finales del último cuarto en el triunfo de Peñarol y se fue ovacionado.
Nico entró en contacto con su papá cuando tenía 18 años. A través de un directivo pudo hablar telefónicamente con Zachary a EE.UU. “El padre se emocionó cuando supo que su hijo era figura en Peñarol”, evocó Cristina de 56 años, empleada del Banco Nación de la ciudad balnearia.
“En recordadas veladas del Super Domo en los´80, Zachary Cooper, aquél “Rifle” mostró ser un jugador distinto” evoca José Alberto (Pepe) Fernández, directivo de Peñarol en distintas épocas. Amante del baloncesto desde su De la Garma natal, cerca de Tres Arroyos y admirador de “Nico” Lauría desde el deporte y el afecto.
Añade: “Es increible el valor genético de sendos atletas como los Cooper, padre e hijo:nunca se vieron, el pibe apenas lo escuchó hablar por teléfono y juegan igual“, puntualiza.
“Nicolás hasta festeja como su padre con un puñetazo al aire, como hacía Diego Maradona”, acota Fernández.
José Luis Ponsico – Especial para Libre Expresión