“Preocuparse por las decisiones que no son de uno es perder el tiempo” Sepo Ginóbili
Vivió la experiencia de un corte como DT, nunca la había sufrido ni siquiera como jugador. Poco antes nació su hijo, en un particular contexto. “Fue un año raro”, admite.
El silencio que invadía a Sepo y Rocío se interrumpió con la llegada de Mateo. Todo cambió para la pareja con un integrante más en la familia.
“Fue un año raro”, admite Sebastián Ginóbili.
Pandemia, suspensión de Liga Nacional, reanudación, nacimiento de su primer hijo, burbujas de 20 días y… corte como DT de Instituto.
“El año pasado estuvimos encerrados, sin la posibilidad de viajar; nosotros dos juntos disfrutando del embarazo, pero lejos de la familia y después, el comienzo de la temporada, con otra forma de disputa. Lo bueno -destaca- que en un momento se pudo jugar y hacer lo que tanto nos gusta, con los lógicos inconvenientes. Ya en diciembre, con el nacimiento de Mateo, todo se aclaró. Lo demás pasó a un segundo plano”.
—¿Ya pudiste comprobar que un hijo es lo más importante de la vida?
—Sin dudas. Nació el 22 de noviembre, estuve cuatro días, me fui a una burbuja 20 días, volví, estuve 10, me fui otros 20, me quedé cinco y 20 afuera. Muchos días lejos, de no tener contacto y solo verlo por camarita. Es muy difícil. Y más, cuando uno desarrolla una actividad, tiene que estar pleno en todo sentido.
—¿Sirvió la presencia de Mateo, de alguna manera, para amortiguar el golpe que significó tu salida de Instituto?
—La verdad que no fue un golpe, porque me parece que cuando uno es entrenador tiene que tratar de dar el máximo que tiene, en todo sentido, en cuanto a responsabilidad, cabeza, alma, lo que hace uno en el día a día, y creo que lo hice. A veces, los resultados no son los que uno espera, aunque insisto que no eran malos. Y preocuparse por las decisiones que no son de uno es perder el tiempo. Así que, más allá que salir de la burbuja y estar con mi hijo me hizo bien, no sentí un golpe duro, porque, repito, creo que hice un buen trabajo y quedé conforme. A veces los resultados no dependen en su totalidad del entrenador, aunque somos los responsables.
—¿Tuviste que modificar tu forma de trabajo respecto de lo que hacías en Bahía Basket?
—No, porque es básquetbol. Sí en Bahía era algo más de docencia y enseñar, acá pasaba más por convencer y tratar de llevar tu idea. La relación con los jugadores era igual, siempre a partir del trato del convencimiento, diálogo y demás. Por ahí sí el trato con el club y la dirigencia fue diferente, porque la exigencia es mucho más alta. Hoy Instituto tiene una necesidad grande de ganar, después de estar en definiciones, pero sin ganar campeonatos. Esa necesidad hace que las urgencias y necesidades sean otras. Yo sabía desde el primer día dónde iba. Por ahí lo que potenció todo es que hay un tema político en el club; entre el fútbol y el básquet siempre hay peleas que desencadenan en decisiones apresuradas por la misma necesidad de ganar. Pero entiendo la situación y la decisión que tomaron, más allá de que creo que no lo había hecho mal como entrenador y estábamos en un buen momento. Estábamos segundos, después vino el tema del Covid, estuvimos 15 días sin los jugadores y después perdimos un partido de Champions y 4 o 5 de Liga, lo cual llevó a tomar la decisión. Pero el equipo no estaba a pleno en cuanto a salud.

—Te fuiste no como hubieras deseado y pudiste comprobar que los resultados mandan. ¿Te modifica algo en vos a futuro?
—Más allá de que nunca me habían cortado como jugador ni como entrenador, todas las experiencias enseñan. Aprendí mucho en estos seis meses en cuanto a decisiones que uno toma, a aceptar algunas cosas, tomar otras y aceptar decisiones en caliente que no nos hicieron bien como equipo. De todo se aprende y, la verdad, tuve palabra de muchos entrenadores llamándome y escribiéndome, compartiendo que a todos les pasó, que son momentos y todo tiene que servir para fortalecer mi trabajo y el camino. Fueron casi dos años, un poco accidentados en cuanto a la competencia, pero quedé muy conforme con mi forma de trabajar y con mi relación con el club, de la manera que trabajaron los jugadores y de las decisiones que tomé como entrenador. Obviamente que hay cosas que tendré que mejorar. Estoy fortalecido y establecido en la profesión que elegí.
—Es decir, este final no cambia tu objetivo.
—Para nada. Aparte, disfruto mucho lo que hago y más allá de las presiones que tuvimos este año, de esa ansiedad que se transmitió al equipo, me sirvió para aprender y mejorar en lo que hago en el día a día.

—¿Qué será de tu futuro?
—Ahora estoy en Sunchales, de donde es mi señora. Volveré a Córdoba y después iré a Bahía, donde hace 14 meses que no voy.
—¿Bahía es tu lugar?
—Sí, sí. Tenemos nuestra casa y ahí esperaré qué pasa.
—¿Elegirías otro camino dentro de la profesión en caso de que no te surgiera una posibilidad inmediata como entrenador jefe?
—El entrenador no tiene la posibilidad de elegir. Vengo de un corte, no sé de qué manera se presentará, es una situación diferente de la que viví cuando me fui de Bahía Basket. Si no puedo dirigir tendré que hacer algún viaje para seguir perfeccionándome. Este es el momento de espera del entrenador. Es una situación similar desde otro ángulo respecto de cuando salí de Bahía Basket. Es incertidumbre. No pasa nada. Entiendo cómo es este trabajo.
Feuente: La Nueva Provincia – Fernando Rodríguez